Una de las ventajas del blog respecto a la web profesional es la facilidad de ir «editando entradas» al calor de las circunstancias personales y cotidianas vividas, más que las estrictamente profesionales que originan los encargos. Esto viene a cuento porque el otro día durante una tertulia casi familiar en una cervecería, animada por unas cañas espumosas bien echadas, uno de los contertulios, escritor, empezó a hablar con egopasión de los desvelos que sufría durante el proceso creativo y de cómo se preocupaba por ello hasta la obsesión. La conversación, claro está, terminó en monólogo. Entonces, me acordé del número cero de los Cuadernos de la Cátedra Emilio Alarcos Llorach.
En este primer número se recoge la conferencia que con el sugerente título ¿Decadencia de la literatura? impartió Gregorio Salvador, filólogo y vicedirector de la Real Academia Española, el día 26 de marzo de 2002 en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, iniciando el ciclo de conferencias de la Cátedra Emilio Alarcos Llorach.
(La Cátedra Emilio Alarcos Llorach, dirigida por Josefina Martínez y fundada en el año 2001 por el Ayuntamiento de Oviedo en colaboración con la Universidad, lleva a cabo múltiples actividades encaminadas a recordar la figura del insigne filólogo, crítico literario y poeta, Emilo Alarcos Llorach y a potenciar e impulsar los estudios por él iniciados).
Dice Gregorio Salvador que el título ¿Decadencia de la literatura? lo plantea como «una interrogación retórica» que no hace a nadie, se la hace a sí mismo para evitar pontificar y «poner cualquier aseveración en tela de juicio», pero la verdad es que al leer su lúcida e irónica exposición, no exenta de humor, los interrogantes casi se difuminan hasta desaparecer.
No cabe duda, «el siglo veinte ha sido literalmente excepcional» pero Gregorio Salvador cree que no habrá un relevo a su altura aunque se publique «muchísimo, más que nunca», porque sólo «uno de cada cien autores, una de cada cien obras publicadas sobrevive en su tiempo a la memoria de los hombres», haciendo referencia al resultado estadístico de la investigación de los sociólogos de la literatura de la Escuela de Burdeos de hace tres décadas sobre la historia literaria francesa de los siglos XVII, XVIII y XIX, según nos informa. Y ese uno por ciento que merece la pena, resulta «inabarcable» para el lector ante la ingente producción literaria actual.
Esta es la parte más angulosa de su argumentación pues los datos estadísticos siempre hay que leerlos con prevención. Puede ser que los que buscan «su lugar en la futura letra pequeña de los manuales, en la mediocre tesis doctoral comarcana, en el catálogo de libros raros y curiosos», dificulten hallar la obra excepcional, pero es posible, sin embargo, encontrar la singularidad y la buena literatura, que no es poco, en el interletrado de esas grandes cifras absolutas.
Aquí es donde la crítica sería de gran ayuda, pero según Gregorio Salvador la fiable escasea y en la amplia oferta de suplementos y revistas su función orientadora brilla por su ausencia, por lo que «acaso» la propia crítica manifieste con claridad los signos de la decadencia literaria: «Prevalece la opinión elogiosa, con más o menos reservas, sobre lo mediano y lo francamente malo de algunos, un prudente silencio sobre lo igualmente malo de otros y, lo que es más grave, un silencio estudiado y mortal sobre bastantes obras excelentes».
Por otra parte, también contribuye a esta decadencia, además del estado actual de la enseñanza —el profesorado está en gran parte desmotivado y sin interés por lo que enseña—, el poder abrumador de los medios audiovisuales, una circunstancia que exige a la literatura «una perfección mayor» pues se da la paradoja de que nunca se compraron y leyeron tantos libros como ahora. En el caso de la novela significa no descuidar la narración ante el poder visual del cine y la televisión porque aunque «lo que la gente quiere, desde tiempo inmemorial, es que le cuenten historias, que le relaten otras vidas con sus venturas y desventuras, que le narren sucesos reales o ficticios, y que todo se suceda en el tiempo, azarosamente, como su propio existir», las imágenes «no han acabado de sustituir la magia narradora de la palabra».
Un texto muy recomendable que cumple con las expectativas creadas por Josefina Martínez en su presentación, cuando cita a Emilio Alarcos: «A Salvador no le falta habilidad dialéctica para la polémica ni capacidad para manejar la paradoja y una ironía circunspecta y fundamentada que puede levantar en los antagonistas mal informados y creyentes, algún desasosiego y malestar».
Donde Gregorio Salvador muestra con eficacia esa «habilidad dialéctica» e «ironía circunspecta y fundamentada» que le atribuía Emilio Alarcos es en el texto «Función del dialectólogo» que aportó al libro Homenaje a Emilio Alarcos Llorach (2001), editado por Gredos y la Universidad de Oviedo. En él denuncia el proceso de degradación que supusieron las «manipulaciones dialectales para formar monstruos lingüísticos» en los últimos 25 años de desarrollo de las autonomías y que no duda en estimar como una «verdadera crisis de la dialectología».
Otro texto necesario y clarificador en estos tiempos donde el empeño de los normalizadores de las lengua vernáculas por imponerlas en los terruños —cuyos límites son los que previamente se dibujaron en los mapas— está alcanzando niveles aberrantes. La lengua utilizada como instrumento ideológico y no como medio de comunicación.
Pero esto sería motivo de otra entrada.
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Cuadenos de la Cátedra Emilio Alarcos Llorach, n.º 0, 2005
Salvador Caja: ¿Decadencia de la literatura?
Presenta: Jesús Neira
Edita: Cátedra Emilio Alarcos Llorach
Dirige: Josefina Martínez Álvarez
Coordina: M.ª Teresa Cristina García Álvarez
Tel.: 985 104 632
josefina@uniovi.es
Edificio Milán. C/ Teniente Alfonso Martínez. 33011 Oviedo
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